Una noche en el desierto del Sahara en Marrakech


Una de las cosas que más ilusión me hacía de nuestro viaje a Marrakech era pasar una noche en una jaima en el desierto del Sahara y...¡ya puedo tacharlo de mi lista de cosas por hacer!

Como nos fuimos una semana a Marrakech, días más que de sobra para ver la ciudad, decidimos que lo mejor era hacer una excursión de 3 días para conocer Erg Chebbi, en Merzouga.


Un Erg es la región arenosa de un desierto; esta palabra se usa específicamente para definir las zonas arenosas (de dunas) del desierto del Sahara y,  con unos 5 km de ancho y 22 km de largo, Erg Chebbi es el mayor erg del Sahara en Marruecos.


Erg Chebbi, conocido también como Desierto de Merzouga, se encuentra a unos 600 km de la ciudad de Marrakech y eso se traduce en un "porrón" de horas en un bus. 


No os voy a mentir, el viaje hasta el desierto es cansado, sobre todo si se hace con una excursión de tres días como hicimos nosotros. La primera noche se hace a mitad de camino, en uno de los pueblos cercanos a la Garganta del Dades. Durante el viaje fuimos parando por algunos pueblos, aunque no en tantos ni tanto tiempo como me habría gustado, pero claro, si queríamos llegar al desierto antes de anochecer no había tiempo que perder.

Sobre las seis de la tarde del segundo día, llegamos a Merzouga, y ya se podían ver las dunas!


Me impresionó mucho, nunca antes había estado en un desierto, y, aunque es una parte muy pequeñita del Sahara, casi insignificante, sigue siendo el Sahara, el desierto cálido más grande del mundo.


En cuanto llegamos, cogimos una mochila con lo fundamental para pasar la noche en las dunas (dejando el resto en el minibús) y nos pusimos en marcha subidos en los camellos, no sin antes protegernos la cabeza y la cara con un turbante muy a la moda Saharaui.


El camino en camello se hizo un poco largo, el paisaje era increíble pero a la media hora ya nos dolía bastante el culo! y todavía quedaba una hora más!

Contemplamos el atardecer sobre los camellos, mientras nos dirigíamos a nuestro campamento en mitad del desierto.


A la llegada a nuestro campamento nos recibió una pequeña tormenta de arena y una llovizna, pues eso, que también llueve en el desierto!, así que esa noche íbamos a dormir con un "poquito" de arena en la jaima.


El campamento consistía en varias jaimas (tiendas de campaña hechas de cuero que utilizan los bereberes) en medio de las dunas con un montón de mantas y un par de colchones en el suelo, y, aunque en el campamento éramos unas 20 personas, tuvimos una jaima para nosotros dos, así que perfecto.


La verdad que cuando llegamos a la zona de las jaimas me entró un poco el agobio. Yo nunca he dormido en un camping ni nada parecido, de hecho, me cuesta mucho dormir cuando voy de viaje (soy una poco especialita, sí) y pensé que en el desierto iba a dormir más bien poquito, pero no, entre la paliza del viaje y el paseo en camello dormí casi del tirón.

Antes de irnos a dormir cenamos todos juntos en una de las cabañas y luego Fran y yo nos alejamos un poco del campamento para tumbarnos en las dunas a ver las estrellas, un momento inolvidable.


A las 5 de la mañana nos despertaron para volver a subirnos a los camellos y regresar a Merzouga; la noche anterior nos fuimos a dormir muy pronto, a las 10 ya estábamos acostados, así que el madrugón no fue tan grande.

Mientras regresábamos pudimos ver el amanecer del desierto, precioso.


La vuelta a Marrakech se nos hizo bastante dura, sobre todo para mi, que me mareo mucho en cualquier medio de transporte, y esa excursión no iba a ser la excepción. Estuvimos como unas 10 horas en el autobús hasta que llegamos a la ciudad de Marrakech así que podéis imaginaros lo hartos que estábamos de tanto autobús.


Y, aunque fueron 3 días de locura, de ir en bus "pa" arriba y bus "pa" abajo, también fueron 3 días de conocer a gente genial, de hablar en inglés y descubrir que se me entiende decentemente, de que no importa de qué sea la sopa (está buena y punto), de andar descalza sobre la arena, de abrigarse con una manta de dudosa procedencia porque por la noche en el desierto refresca un poquito, de preguntar al guía dónde está el baño y que nos diga "pues mira andas un km desde el campamento y ahí", de intentar que los gatos no me robaran la comida, de  que no importa lo cómodo que sea el colchón sino bajo que cielo esté y la compañía, sobre todo, la compañía.


Estas han sido mis sensaciones de nuestro viaje al desierto, seguro que si vais o habéis ido sean parecidas o quizá muy distintas.

Lo que sí me quedo claro es que quiero repetir la experiencia, aunque con más calma, a nuestro ritmo, parando donde queramos y el tiempo que queramos; alquilarnos un coche y perdernos por Marruecos.


Y traerme a casa un poquito de arena del desierto que se me olvidó! (y aun sigo fustigándose por ello...)

Pero ya tengo una excusa perfecta para visitar de nuevo el Sahara.

¡Buen viaje! africa áfrica marruecos


Comentarios

  1. Hola !! Bienvenido al desierto de Marruecos


    Fotografías geniales y agradables, me alegra saber que pasaste un buen rato en el desierto de Marruecos :)

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